Estoy sentado frente a la pc completamente desnudo y con un dolor de cabeza que parecen tres. Mientras me duchaba le dije a mi empleada que por favor me compre una Inca Cola y un par de aspirinas para que me sirvan de desayuno. Se equivocó y me trajo Coca Cola. Estoy a punto de vomitar.
TODAS mis buenas (es decir malas (buenas (malas))) bombas han sido con ron, y lo peor de todo es que lo detesto. Ayer pasaban las 12 de la noche cuando un amigo ronerazo me dijo pa chupar. Estaba necesitado de alcohol y buenas compañias y no dudé en decir que lo esperaba. Reclutamos gente pero nadie apareció. Eramos 3: mi primo, mi pata y yo. La compra y la preparación fueron completamente sigilozas, clandestinas. La chupeta en sí, un escandalo total lleno de declaraciones de amor y odio, de revelar sentimientos ocultos a los patas, de sacarnos las cosa en cara y de pasarlo, definitivamente, de la puta madre.
Más tarde se incorporaron más patas. Menos mal porque sino llegaban no hubiera amanecido hoy. Eso me recuerda, tengo un post que escribir...
Ahora les confieso, soy totalmente intolerante al ron; pero este es un malestar al que le estaré agradecido toda la vida.
1 comentario:
No sé por qué tu historia me suena familiar. Ojalá tuviera la lucidez para recordar qué hice anoche.
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